viernes, 11 de mayo de 2007

Reverso

"Soy el mejor"

Tres y media de la tarde, continúo esperando a que su sombra cruce el parque y pueda llegar hasta donde estoy. De lo que era ya no queda mucho, ella ha sido como un filtro, ahora solo quedo yo, lo mejor de mi. "Un día sin sexo" en la radio de un Toyota que pasa muy lento, como si buscara alguna dirección. Encontró el mejor yo de mí.
Me gustaría seguir viéndola, no puedes, ni siquiera llega.
Casi las cuatro de la tarde, es extraño seguir parado aquí, antes no hubiese esperado ni dos minutos, aunque ahora... tal vez sea agradecimiento... no lo sé, sólo sé que quiero verla, preguntarle cómo está, decirle que cuenta conmigo, no hasta dos ni hasta tres sino conmigo, casi en boca de Benedetti.
Mucho tiempo ya desde que soy el mejor, en todo, hasta mi sonrisa sonrie con mucha alegría al verme por el espejo retrovisor de mi auto que está aparcado en la esquina, dice "no estacionarse", es el Perú, la gente no hace caso, sí, soy gente, por eso no hago caso.
Antes era muy rebelde, muy yo mismo como era antes, pero ahora soy más yo que nunca, o bueno, eso es lo que creo o que me han hecho creer, es bueno creer eso: soy el mejor.
Quince minutos han pasado desde las cinco de la tarde, hace algo de frío, saco un cigarro para abrigarme un poco, aunque dicen que baja la presión, por eso mismo abriga, pone el cuerpo al nivel del ambiente, y así, ya no se siente el frío. Muy criticada, pero siempre me salva de alguna crítica hacia mi bendita (maldita, dicen algunos) costumbre de fumar. Me relaja un poco, hace menos tediosa la espera. Ella dice que se me ve muy bien cuando fumo, no la refuto, le doy un beso en la mejilla, y pido otro café, prendo otro cigarro, ya hasta tengo calor. Cierro los ojos, la veo venir, los abro, ya se fue, siempre fue muy contreras, siempre hay algo que me salva en la boca, algo así como que esa boca es mia, aunque nunca fue mia, sino mi boca fue suya, así como la de los otros, un botín compartido, una entrada sin salida. Besé a tres o cuatro más, pero siempre adoré ese compartir sus labios, esa muerte interna, ese mátame, estoy aquí, transgrediendo la leta de Sabina, en Princesa: "Nunca es demasiado tarde, princesa, sigo siendo el perro que te ladra, princesa".
La canción en la mente, la tarareo un poco, sonrió, un carro se detiene al lado mio, se abre la luna de la puerta trasera, es ella, siento su aroma, su perfume, me devuelve a esos cuartos de hotel donde dejamos nuestras pieles.
Sus labios dibujan estas palabras: "Sabes, sorry, pero no puedo quedarme, me tengo que ir, es muy importante, en verdad lo siento, tu celular estaba apagado, no tenía manera de avisarte antes, adios".
El tipo en el volante sonrie. Él cree oir que dijo "Te lo dije". No le presta atención.
Le manda un beso volado, él sólo dice que está bien, que lo entiende y que se cuide mucho, que le hable alguna vez. Ella le snorié como si no fuese para él, le vuelve decir "adiós". El carro arranca.
Estoy parado, como hace casi dos horas, se me olvidó algo, se me perdió algo, el silencio del parque es quebrado por el caminar de una señora mayor, me mira, toma su bolso, busca algo en él, no puedo adivinar qué puede ser. Me mira a los ojos, me toma la mano derecha y me pone en ella una moneda de veinte céntimos, cierra su bolso y sigue su camino. "Soy el mejor"

No hay comentarios: